Los humanos poseen capacidad atencional limitada, permitiendo enfocarse en pequeños subconjuntos de información disponible mientras filtran estímulos no atendidos—incluso eventos inesperados altamente salientes. El estudio emblemático del "gorila invisible" de Simons y Chabris (1999) demostró que aproximadamente el 50% de los observadores no notan eventos inesperados conspicuos cuando la atención se enfoca en otra parte, estableciendo la ceguera por falta de atención como limitación fundamental de la percepción humana. Este mecanismo de atención selectiva determina qué elementos de interfaz los usuarios realmente perciben independientemente de su prominencia visual, haciendo que la gestión de la atención sea crítica para asegurar que los usuarios noten información importante.
El experimento revolucionario de Simons y Chabris (1999) revolucionó la comprensión de las limitaciones de la atención. Los participantes que veían un video de personas pasando pelotas de baloncesto no notaron a una persona disfrazada de gorila caminando por la escena, deteniéndose para golpearse el pecho y saliendo—a pesar de que el gorila aparecía durante nueve segundos. Aproximadamente la mitad de los observadores experimentaron ceguera por falta de atención, demostrando que la atención enfocada en tareas específicas (contar pases) impide la percepción de eventos inesperados pero visibles. Este hallazgo desafió las suposiciones de que la información visual conspicua captura automáticamente la atención.
La investigación estableció que la atención es selectiva en lugar de comprehensiva. Los humanos no procesan campos visuales completos—muestrean estratégicamente basándose en metas y expectativas actuales. Cuando los usuarios se enfocan en tareas específicas de interfaz (completar formularios, leer contenido, buscar información), desarrollan "túneles atencionales" que filtran información periférica independientemente del tamaño, color o movimiento. Esta atención dirigida a objetivos explica la ceguera a banners, ceguera al cambio y otros fenómenos donde los usuarios genuinamente no ven elementos prominentes de interfaz fuera de su enfoque atencional.
La investigación posterior de Chabris y Simons (2010) demostró que la ceguera por falta de atención opera en diversos contextos—no solo en condiciones artificiales de laboratorio. Los radiólogos pasan por alto anomalías obvias en escaneos médicos cuando buscan patologías específicas. Los conductores no notan peatones cuando se enfocan en la navegación. Los usuarios de interfaces ignoran advertencias críticas cuando se concentran en completar tareas. Estos hallazgos establecen la atención selectiva como limitación generalizada que requiere adaptación deliberada del diseño en lugar de ser un caso excepcional.